Existe el prejuicio de que la pérdida auditiva o hipoacusia afecta solo a los adultos mayores. Sin embargo, 1-2 de cada 1000 nacidos tiene hipoacusia neurosensorial de grado severo a profundo. El diagnóstico en estos casos es más complejo porque los niños no pueden colaborar en la realización de pruebas como la audiometría tonal, ya que no tienen la capacidad para comprender las consignas que ésta requiere. Es por eso que, en población pediátrica y en adultos que presenten dificultades para colaborar (como por ejemplo en casos de demencia) se necesitan otro tipo de protocolos de evaluación que incluyan pruebas objetivas, es decir, que no requieran de participación activa y tengan alta fiabilidad.
El Centro Auditivo José Luis Domínguez es un un centro PIP (Programa Infantil de Phonak) lo que asegura la mejor eficacia técnica y profesional en la atención de los niños con problemas auditivos. El objetivo de este programa, es que los niños con hipoacusia tengan acceso a servicios de atención audiológica y de rehabilitación auditiva de calidad para poder desarrollar al máximo su potencial. En nuestro centro, llevamos a cabo una batería de pruebas, tanto objetivas como subjetivas, para diagnosticar posibles afecciones del sistema auditivo periférico. Una vez detectada la pérdida, los audífonos son una solución satisfactoria y resultan aptos para personas de todas las edades con deficiencias auditivas de casi cualquier grado (leves a profundas).
Además, recibimos muchos pacientes vienen derivados de centros educativos, de atención temprana o logopedia para comprobar el estado del sistema auditivo previo a la estimulación del lenguaje.
¿Qué consecuencias tiene la hipoacusia en los niños?
Según Díaz C., Goycoolea M. y Cardemil F. (2016), dependiendo de la gravedad, las frecuencias afectadas y la etapa de vida en que se manifieste, la hipoacusia puede causar un daño profundo al desarrollo del habla, el lenguaje y las habilidades cognitivas, especialmente si comienza en niños en etapa prelocutiva (antes de la adquisición del lenguaje).
Estos autores manifiestan que el déficit auditivo afecta el progreso del niño en la escuela y, más tarde, su capacidad para obtener, mantener y llevar a cabo una profesión. Para todas las edades y para ambos sexos, la pérdida de la audición provoca dificultades en la comunicación interpersonal y conduce a problemas sociales individuales significativos, especialmente el aislamiento y la estigmatización.
La discapacidad auditiva debe ser detectada tempranamente, antes de los 3 meses de edad, con su respectiva intervención precoz. En la actualidad, la mayoría de los estudios muestran que la edad promedio de diagnóstico ya se ha reducido de manera significativa entre el tercer y el sexto mes de edad. Lo idóneo, es que el niño sea intervenido antes de los 12 meses (ya sea con audífonos o implantes cocleares) para que se beneficie de los «períodos críticos» del desarrollo.
Es importante reconocer los factores de riesgo que están relacionados con la aparición de hipoacusia, ya que es recomendable que esta población reciba un seguimiento periódico durante al menos 3 años después del nacimiento.
Factores de riesgo asociado a hipoacusia (Protocolo de ONTARIO, 2008):
- Peso menor o igual a 1200 gr.
- TORCHS (toxoplasmosis, rubéola, citomegalovirus, herpes simple, sífilis).
- Síndrome genético asociado a hipoacusia.
- Enfermedades neurodegenerativas.
- Anomalías craneofaciales.
- Exposición a medicación ototóxica tanto en el período prenatal como posnatal.
- Antecedente familiar de hipoacusia.
- Hiperbilirrubinemia: total mayor a 19 mg/dl o haber permanecido en lámpara 3 o más días.
- Asistencia respiratoria mecánica por más de 5 días.
- APGAR menor o igual a 3.
- Infecciones postnatales como meningitis bacterial o viral, varicela, paperas.
- Traumatismo craneoencefálico.
- Quimioterapia (cisplatino).